
Palpitaron mis vértices.
Supuraban aroma de rosas
y violetas, mis manos
que se fecundaban bajo el sol.
Acariciaba mis ojos caracolas
que bailaban entre vientos dulces,
bajo tu ardiente luz.
En este otoño
que hiciste primavera
alzaron el vuelo mis ojos:
como gorriones
navegaban entre tus frágiles destellos.
Y te posaste en mí...
En estos labios
que beben de ti
como pétalos abiertos.
Llenaste de amor
este caligrama
que aún espiaba
horizontes.
¡Oh mi dulce terracota!
Tú
el quinto sol
donde se anidaron mis ojos.